domingo, 29 de abril de 2018

En el cite está la verdad del toreo.



Por Alfonso Navalón
Varios lectores piden aclaraciones sobre la importancia que tiene y la diferencia que hay entre las distintas formas de iniciar el muletazo, porque con el tiempo se han convertido en tópicos lo de ‘ponerse en el sitio’, ‘citar al hilo del pitón’ o ‘fuera de cacho’.




En lo de empezar el pase con la muleta retrasada todos los buenos aficionados están de acuerdo que es la trampa de robarle al buen torero el primer tiempo y, a veces, casi todo el segundo, limitándose al muñecazo para vaciar la embestida. Y eso, por muchas vueltas que le den los partidarios del falso tremendismo, es una gran mentira. Queda claro que con la muleta retrasada no se puede torear a un toro normal. Sólo los toros descastados y machacados en varas permiten el toreo encimista y el tercio de pase.



No se puede hablar seriamente de toreros sin dejar sentado que citar en corto y con la muleta retrasada es una trampa porque lo difícil es dejarse ver del toro, darle sitio en la arrancada y luego templarlo y someterlo hasta vaciar el pase. Eso es lo arriesgado y lo importante.


Cuando el toro viene arrancado desde lejos tiene mucho más peligro que citándolo dándole con los muslos en los pitones. Algo que sólo puede impresionar a los ignorantes.
Pero volvamos al motivo de esta crónica. Estoy harto de escuchar a los viejos toreros que lo más importante es la colocación antes de empezar el muletazo. Con el capote pasa lo mismo, pero como ahora se centra todo en la muleta, vayamos al grano.



Antes de convencerme con la práctica hablamos largo y tendido con dos maestros tan distintos en su estilo como Domingo Ortega y con Pepe Luis Vázquez. Años después con Manolo Escudero en las muchas veces que vino a torear a ‘El Berrocal’ Todos decían lo mismo: «Si te colocas bien mandas en el toro y rematas bien el pase para quedarte otra vez colocado. Si te colocas mal, el que manda es el toro y al terminar el pase quedas descolocado». La forma correcta de citar es colocarte enfrente de la mitad del testuz y de la penca de rabo, de forma que haya una línea recta entre la cadera del torero (o el medio pecho) y el espinazo del toro. Una vez afirmado en ese terreno se adelanta la muleta y se espera que el toro llegue a la muleta. Sólo entonces, ni antes ni después, se adelanta la pierna para torear en curva.



Digo que ni antes ni después porque un torero tan inteligente como Paco Camino adelantaba la pierna en el momento mismo de citar, antes de arrancarse el toro. Así resulta que cuando el toro llegaba a la muleta, Camino no tenía que correr el riesgo de cambiarle la trayectoria del viaje y la foto salía impecablemente, la pierna contraria adelantada. Camino era tan listo que muy poca gente se dio cuenta de esta ventajilla. Por lo menos cumplía con el importante requisito de ver venir al toro y aguantarlo desde lejos. Al terminar el pase hay que ganar otro paso para quedar otra vez colocado enfrente del testuz. Así de sencillo y así de fácil.


Los viejos
Antes lo hacían todos los toreros porque no se conocía otra forma de hacer el toreo. Ahora no lo vemos casi nunca. Fijaos la importancia que tendrá y la diferencia que hay entre el truco de los ventajistas que dos toreros se consagraron haciendo esto mientras los demás citaban fuera de cacho y con la pierna retrasada.



Los últimos que han hecho esto fueron Antoñete y César Rincón. Antoñete, viejo y sin facultades, se ganó a los públicos con su sentido de la colocación y la inteligencia de aguantarlos desde lejos para darle el toque un metro antes de llegar a la muleta. Años después llegó desde Colombia un torero sin arte ni personalidad, César Rincón, que estaba ya un poco de vuelta de haber logrado ser figura en América.




Le bastó hacer lo mismo que Antoñete para batir todas las marcas al salir en hombros en Madrid. César no tiene arte, pero supo devolverle al público la emoción de ver a los toros arrancarse desde lejos y aguantarlos con mando al llegar a la muleta. Aquí se demuestra una vez el viejo dicho de mis maestros Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez y Manolo Escudero: «Para torear bien lo más importante es la colocación». Mientras Antoñete y Rincón hacían estas cosas tan sencillas y tan verdaderas, una falsa generación de figuras jóvenes inventaron el citar al hilo del pitón o, para colmo de la mentira, con la muleta y la pierna retrasadas.




Así Espartaco introdujo el mando a distancia enviando los toros hacia fuera. Así Manzanares engatusó a los falsos puristas con un tercio de pase componiendo la figura después de meter el toro la cabeza en la muleta. No hablemos ya de la bastedad del pobre Paquirri o del zapatillazo y la rapidez de Capea. Ninguno de estos trucos hubiera servido ante un toro con casta y poder, porque a la segunda vez que no le ganaran los pasos se habría hecho el amo del ruedo.









Como ya se había inventado el medio toro de la media casta y desfallecido en la muleta por los tremendos puyazos traseros o en el pico de la muleta, este toreo de truco valía para sostener al toro en pie y sacarle la media arrancada que le permitía su falta de fuerza y de casta.




Después de toda esta farsa llegó el delirio del ‘tomasismo’, donde un público impresionable creyó que torear era dar un muñecazo dejándose enganchar la muleta constantemente. Creyeron que torear era hacer el poste y la rigidez vertical.

Creo que con esto queda debidamente clara la diferencia que hay entre el toreo verdadero y las trampas actuales.











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