domingo, 9 de septiembre de 2018

Pequeña historia del nacimiento de un sueño.



Va a hacer 15 años, una tarde otoñal me fui a Madrid a ver, como muchos años hacía (ahora ya no lo hago) alguna corrida de la feria de otoño en las ventas. Creo que por aquel entonces las organizaban los Lozanos. Cuando llegamos recibo la llamada de mi amigo Iñaki Etxarri de que su compañera Tere, estaba en el hospital, se había puesto de parto.
Mientras estábamos en la corrida recibo la buena nueva,  la familia había aumentado en un miembro más, Nerea ya había dejado el cuerpo de su madre y se había unido a nuestras vidas. Sobre todo, a las de sus padres.
Después de la corrida, me fui directo al hospital para felicitar a la feliz pareja y darle la bienvenida a Nerea. Tengo que decir que Iñaki, un gran aficionado y amante del toro por encima de todo en la fiesta, estaba rebosante de felicidad, Tere cansada lógicamente, agradeció con su sonrisa la visita. Esta no duró mucho tiempo, de lo que se trataba era compartir la alegría y no dar el coñazo. Nerea guapísima, y eso que acababa de empezar a respirar sin la necesidad de su madre.
Bueno pues los años pasaban y a las primeras de cambio, como todo buen aficionado, Iñaki empezó a llevar a Nerea a todos los festejos que se organizaban en la plaza. La niña con tres añitos, se enganchó a todo lo que allí estaba ocurriendo. Se iba pispando de todo lo que su padre y demás aficionados del tendido comentaban. Es decir, desde sus primeros días empezó a mamar lo que era la fiesta de los toros, poniendo sus cinco sentidos ante todo aquello que ocurría en la plaza.
Pasaban las ferias y las tardes entre preguntas a su padre y explicaciones de este. Aquella niña seguía ampliando los conocimientos del porqué de las cosas que pasaban en el ruedo y por qué había otras que no pasaban y deberían de pasar, hasta convertirse en una gran aficionada, con nueve o diez años ya sabía perfectamente escribir la crónica de cada tarde y de ello dio ejemplo en el Chofre.
Pero no acabó aquí la cosa entre toro y toro, entre pitos y aplausos, le fue entrando el gusanillo de ponerse delante de esos toros que durante tantos años había visto a otros, y ni corta ni perezosa se fue a apuntar a la Escuela de tauromaquia de Madrid.
Tengo que decir que en la otra escuela asombra con sus notas. Es callada, reservada en extremo diría yo, sobria sin florituras y sin alharacas, pero una gran luchadora.
Ete aquí que después de un año del susto que le dio a Iñaki por lo que se le venía encima y este pensando que con el tiempo esa fiebre llegaría a pasársele, pues no, todo lo contrario,  un año después, como decía, recibo por wasap que aquella niña nacida en un otoño madrileño, hace catorce años, va a ponerse delante de una becerrita por primera vez y encima ante público, no en la intimidad de una finca, no, ante público y en las fiestas de un pueblo, Cenicero en la Rioja. Me dio un vuelco el corazón.
Pero aun estando en una situación complicada y sabiendo que Iñaki agradecería mi presencia, enseguida empiezo a planear el viaje. Yo creo que a Nerea no le importaba demasiado, estaba en otras cosas. Nerviosa, pensando cómo sería la primera vez, pensando en no defraudarse a ella misma ni a los que habían puesto su confianza en ella, en fin, lo normal cuando ocurren estas cosas. Pero por mi parte entendía que debía estar allí.
A las diez de la maña del día 8 de Septiembre cuando más de madia España está en la cama por las juergas de esa noche, debido a la festividad de la virgen, (seguramente se celebran más fiestas en esta virgen de Septiempbre que en la del 15 de Agosto) a las diez de la mañana como decía, pongo rumbo a la localidad riojana.
Como es lógico solo estaban cuatro mayores por las calles de Cenicero, lo recorrí en menos que canta un gallo. 
Recibo la llamada de Iñaki que en un par de horas llega en el autobús. Después de haberme tomado unos vinos, como no, en la rioja no iba a tomar mariconadas, junto con algunos pinchos, espero a que den las dos para que mi amigo llegue en el autobús, sin haber dormido nada en toda la noche, nervioso, parecía que el que se iba a poner delante de la becerra era él. Estaba echo un flan por la impotencia de no poder hacer, ni decirle nada a su niña.
Pero esa era principalmente mi función, parar el toro de los nervios, darle la lidia adecuada para que durante esas horas previas todo fuera bien. No fue difícil, como hacía tiempo no nos habíamos visto, había muchas cosas que contarnos y muchas más de las que hablar, por supuesto de los toros, aunque también hubo algún momento para alegrarnos de la victoria del Osasuna.
La tarde estaba tormentosa y en cualquier momento podía descargar agua, así sucedió en la hora previa al festejo, no iba a ser la única. Llega el coche de la escuela, enseguida Nerea le escribe a su padre preguntandole que con quien estaba, pues para resguardarnos de la tormenta nos habíamos metido en mi coche.
Respetamos el cambio de ropa, de si se tira para adelante, si se suspende, en fin, los previos. Y llega la hora de empezar. Decir que el festejo se componía de dos becerristas y unos recortadores, organizado por Toropasión y gratuito.
En esos ratos de espera tanto fuera como dentro de la plaza esperando a que acondicionaran un trocito de ruedo ya estábamos más nerviosos que Nerea. Yo ya no podía, la espera se me estaba haciendo interminable, y es que había dejado de llover y aquello no lo aprovechaban, era seguro que en cualquier momento volvía a descargar la tormenta.
Por la megafonía se escucha que el paseíllo puede comenzar. Nerea, su compañera y un novillero de la escuela que fue para ayudarlas en el ruedo, salen muy toreros y con ganas de comerse el mundo, Nerea con el añadido que es la primera vez y con catorce años, increíble. Por cierto, justo cuando empiezan a dar los primeros pasos por el ruedo, la batería de la cámara se agota y no pude hacer ni una sola foto de ese momento.
Cuando dan la orden de que salga la becerra, empieza a caer agua como si nunca lo hubiera hecho. Le paran un poco la becerra y por fin llega el momento mágico que estaba esperando desde hace años. Empieza con el capote, pero la becerra se le quedaba debajo. Blandita y perdiendo las manos, estaba claro que eso no era el carretón de la escuela, pero ella muy digna no le perdió la cara en ningún momento, unos capotazos un poco atropellados y a por la muleta.
Coge la muleta y para nuestra sorpresa, se va toda decidida con la mano izquierda, le da tres tandas rematadas con el de pecho que nos dejaron boquiabiertos, pero ojo, no penséis que me pierde la pasión, no eran los naturales de El Viti, pero seguro que este cuando toreó su primera becerra no los dio mejor, lo de darlos como él ya llegará, todo ello entre el aguacero y sin poder hacer casi fotos por lo que llovía, pero bueno, como veréis entre unas cosas y otras, aquí queda algún testimonio. Al final de la faena el delegado de la autoridad, suspende el festejo, pero el sueño se había hecho realidad y comienza la realización de este.
Resumiendo, esta es la historia del comienzo un bonito sueño y de un día con no mucho que contar, pero lleno de sentimientos, ilusiones y experiencias. Esperemos llegar a contar dentro de muchos años y después de muchos éxitos en su carrera, el final feliz de este sueño.
Suerte Nerea y que sepas que cuentas con todo nuestro apoyo.



 



 


 


 


 



1 comentario:

  1. Qué historia para más emocionante querido Toni. Y felicitaciones para Nerea e Iñaki. Que Dios reparta suerte en la concreción de este lindo sueño.
    Pd. Y Toni, la próxima proveerse de una batería de recarga para lograr más arretratos.

    Saludos

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