Unas gafas

Juan Antonio Hernandez. El chofre

 “A los que tenemos cierta edad, nos empieza a fallar la mecánica del cuerpo por todos los sitios, cierto es que esta afirmación siempre la habíamos oído y sobre todo vivido a través de nuestros mayores sin darle la menor importancia, ahora ya la empezamos a padecer en propias carnes. 

Cada día que pasa, notas que algo va fallando en tu cuerpo, hoy una cosita, mañana otra y así nos vamos acostumbrando a lo que algún día es inevitable, emprender un viaje a lo desconocido, pero bueno no es mi intención ponerme trágico, es solo un apunte para explicar el porqué de, unas gafas.

Como decía antes, una de las cosas que antes empezamos a notar es la de la vista cansada, normal, si ya nada más levantarnos estamos cansados nosotros ¿cómo no va a estar la vista?, solución, gafas para todas las actividades de la vida en las que tenemos que ver algo de cerca, al principio empezamos a ir extendiendo el brazo poco a poco, pero al cabo de los meses, nos hemos quedado sin brazos, las letras del periódico se nos empiezan a amontonar, el teclado del ordenador se pone a bailar por sevillanas etc…solución unas gafas.

Claro que no está la cosa para ir a una óptica y que te soplen doscientos euros por decirte y darte unas gafas que más que para leer, por el precio, parece que te has comprado un Ferrari y es que además, no necesitas una, necesitas una para cada prenda si es invierno u otras cuantas si es verano, para casa, para salir a tomar un vino, para la playa, para el monte, porque si solo tienes unas, no sé qué coño pasa que cuando vas a echar mano de ellas resulta que están en el lugar donde tú no estás…solución comprarte varios pares  y que nunca te falten, con lo cual como decía antes, tienen que ser lo más baratas posibles.

Yo a los chinos, porque la diferencia entre tres euros y quince que valen en una farmacia, es abismal y cumplen la misma función y lo digo porque ya va para ocho años que las estoy usando y sigo con el mismo número 1,5 con lo cual de estropearse la vista que se lo cuenten a otros, a mí no.

 Si es cierto que de vez en cuando, cuando se me rompen algunas y me pilla en la farmacia, bueno pues hago un poco el tonto y caigo en la tontería. 

A qué viene todo esto, os cuento. El otro día tuve la inmensa alegría de ir a recibir a la estación de autobuses a un amigo del alma, Pedro García Macías, venia para pasar unos días y conocer a mis nietas, que por cierto se lo pasaron con él de lujo, es pura humanidad, cariño y temple, me lio otra vez.

Resulta que del abrazo que nos dimos se rompieron las gafas y fijaros que alegría, sí, porque si hubieran sido de la óptica, tendríamos que haber suspendido todas las actividades programadas, pero como eran de farmacia, no pasó nada, al revés, me van a servir para colgarlas en algún lugar visible y acordarme siempre de ese abrazo bestial, de los que en un momento nos traspasamos todas las emociones vividas durante estos años sin vernos, ni que decir tiene que el abrazo duró lo suficiente para también demostrarnos todo el amor que nos tenemos,  pensándolo bien no sé exactamente si es como el de un padre, un hermano, un amigo, un maestro o todo junto a la vez; bueno a lo dicho mis gafas me recordarán todo los días un abrazo muy importante y de verdad”