Cuando los toros no
embisten. 11/06/1997
Del desastre ganadero se
desaprovecharon toros de puerta grande
En el pobrísimo balance de la pasada
feria de San Isidro, todos le echan la culpa del desastre al mal
juego de los toros. La cantinela general es que con esa barbaridad de
kilos no pueden embestir. Pero es mucho más cierto que la verdadera
causa de esta feria nefasta es la ineptitud de los toreros. Nadie me
puede señalar ni un solo caso en que la figura haya estado por
encima de las malas condiciones del toro. En cambio es incontable la
cantidad de faenas que se han perdido por la incompetencia o la
torpeza del torero, incapaz de sacarle partido a las buenas
cualidades del maltratado enemigo.
La feria se ha cerrado con un
triunfador solitario: El joven luchador que supo echarle corazón y
aplomo donde los demás dudaron. Luego hay dos o tres profesionales
salidos del montón como Manolito Caballero, que han pasado con
dignidad profesional ante toros con algunas dificultades. Lo demás
es un páramo desolador. Ninguna de las figuras ha justificado el
puesto que ocupa y la mayoría de los segundones que necesitaban el
paso al frente no ha sido capaz de estar a la altura de la calidad de
algunos toros que se fueron al desolladero sin recibir el trato que
merecían. Se habla del toro de 'Los Bayones' que desaprovechó el
frágil, 'Armillita', pero hay otros doce toros como ése que
llegaron con las orejas en bandeja y no fueron capaces de
cortárselas.
Vistas así las cosas, lo de José
Tomás parece una hazaña en medio del desierto. Si los que se
anunciaron en esta feria hubieran tenido un mínimo de sentido del
toreo, la feria se hubiera saldado con media docena de matadores que
debieron atravesar la Puerta Grande y otros seis que pudieron cortar
orejas donde escucharon avisos, broncas o el peso del silencio. De
acuerdo que las ganaderías están descastadas. Que hemos llegado al
límite de la borreguez o de la mansedumbre descompuesta que hace
imposible el lucimiento. Pero es de justicia reconocer que los
toreros han 'embestido' mucho menos que los toros. La culpa de casi
todas estas frustraciones son dos sinrazones cotidianamente repetidas
con desesperante torpeza: La masacre de la suerte de varas,
alevosamente ejecutada con la salida tapada, dándole a mansalva en
un 'puyazo' interminable, y la ausencia de técnica de los toreros
sin saber colocarse para citar, sin cruzarse y dando trallazos
destemplados para echarlos fuera en vez de encelarlos y llevarlos
sometidos. Y no hablemos ya de la incapacidad para irse detrás de la
espada de la inmensa mayoría.
Citar desde lejos
Por exigencia de las figuras y sus
explotadores, los ganaderos han destrozado las virtudes fundamentales
del toro 'de lidia' para convertirlo en un producto estúpido,
blandengue y soso que muchas veces degenera en un genio deslucido y
cobardón: la búsqueda del borregote docilón, suave y distraidote
(que es el sueño de las figuras) ha llevado al masivo fracaso de las
ganaderías más codiciadas por las figuras. Y para colmo, tarde tras
tarde las figuras y sus acólitos han caído en el grave pecado de
quitarle la escasa movilidad que tenían dejándolos muertos en los
caballos. Como dije al principio de este abominable serial, los
únicos toros que podían sacar bravura, codicia y alegría, saltaron
de las ganaderías malditas por las figuras. Y precisamente en esas
corridas estaban los que con razón o sin ella, ocupan el pelotón de
los segundones raras veces capacitados para sacarle partido a estos
toros, a los que no se les puede engañar con el pico, el trallazo
hacia afuera o la muleta retrasada donde es imposible llevarlos
sometidos.
Cuando sale el toro del triunfo gordo,
no vale el medio pase del borrego de la media arrancada. Da pena
comprobar cómo se han perdido las virtudes básicas de la técnica
del toreo. Sobre todo, darle distancia. En el toreo moderno, está
prohibido darle distancia a los toros. Y cuando sale el bravo con la
arrancada alegre ya no hay nadie capaz de citar desde lejos y verlo
venir con la muleta adelantada, que es la única forma lógica de
torear y de llegar al público. La razón del éxito de las dos
últimas reapariciones gloriosas: 'Antoñete' y Manolo Vázquez, no
pudo ser más simple: Recordarle al público la belleza y la emoción
de citar desde lejos y traerlo toreando desde un metro antes de
llegar al cuerpo. Ahora todo se hace encima del borrego topón, sin
fuerzas ni recorrido. El muñecazo del medio pase fue la trampa
inventada por 'Manolete' con el medio toro. Belmonte inventó el
toreo de ofrecer el pecho con las zapatillas enfrente del testuz y
hacer los tres tiempos vaciando la embestida en semicírculo.
'Manolete' inventó el destoreo de citar en corto y de perfil,
suprimir los dos primeros tiempos y limitarse a vaciar la embestida a
base de estar encima y al hilo del pitón.
Como esto de 'Manolete' ya está
pasando de castaño a oscuro con el delirio de homenajes y
conferencias sin que nadie se atreva a decir el daño que hizo a la
fiesta con el utrero afeitado y el medio pase. Quiero aclarar de una
vez que las innumerables referencias al cincuentenario que hacen los
colaboradores en estas páginas, gozan de mi absoluta condena. He
dicho mil veces que hasta que no llegue el 28 de agosto en que es de
justicia dedicar un recuerdo al torero muerto, quede terminantemente
prohibido participar en este carnaval de falsedades que está siendo
la retahíla de homenajes. Los cronistas de ahora que comulgan con
que el compendio de buen toreo es el repertorio sin muñeca y sin
cintura de José Miguel Arroyo, no saben el daño que se le hace al
público equivocando el buen toreo con la trampa del muletazo sin
ligar.
Mucho aire
Todo esto que padecemos ahora lo
inventó 'Manolete'. Repetir la misma faena al mismo medio toro
afeitado y masacrado en varas para que llegue muy templado a la
muleta y no necesite ni lidiarlo ni poder con él. Esa degeneración
culmina en este José Miguel Arroyo que deslumbra a los ingenuos con
esa variedad de quites superficiales levantando mucho aire pero sin
llevarlos sometidos con las manos bajas y adelantando la pierna.
Ahora están locos con Rivera Ordóñez cuando lancea con los pies
juntos al 'pasa torito'. No saben que torear a la verónica es otra
cosa que colocarse justo por donde va a pasar el toro y bajar las
manos con el viaje hecho. Para torear a la verónica hay que citarlo
bamboleando el capote adelantado y 'traerlo' toreado para adelantar
también la pierna en la reunión. Empezar el lance cuando el toro
está ya a la altura de la cadera es lo mismo que el medio pase de
'Joselito' y de 'Manolete': Sólo un truco que vale para casi todos
los toros. Por eso, cuando en Madrid ha salido el toro bravo pidiendo
un torero, no lo ha encontrado casi nunca. Porque con esta técnica
del borrego es imposible torear al bravo.
Ya sé que estoy escribiendo
contracorriente porque estos indocumentados de la crítica moderna le
quieren hacer creer al personal que hoy se torea mejor que nunca. Y
como desde hace bastantes años la gente no ve otra cosa, les pasa lo
mismo que a los que les encanta la merluza congelada porque nunca han
probado la de anzuelo. Si ahora saliera un torero normal haciendo las
cosas bien, la gente se volvería loca. Como se volvieron con
'Antoñete' y Manolo Vázquez. Da la casualidad que estos dos señores
no fueron figuras en su época. Más claro todavía. Se pasaban
temporadas en blanco porque no había sitio para ellos en las grandes
ferias. Los dos volvieron de viejos pero trajeron los antiguos aromas
del buen toreo y con media docena de pases borraban a las jóvenes
figuras de la época. El secreto de su tardío triunfo no puede ser
más simple: citaban desde lejos y remataban los pases para poder
ligar el siguiente. Ahora a todos los toros le quieren dar espuertas
de derechazos, todos seguidos y todos iguales. Y para cortar una
oreja necesitan cincuenta pases, escuchan avisos antes de entrar a
matar. 'Antoñete', Manolo Vázquez y luego de forma esporádica
Curro Vázquez, con veinte pases cortaban las orejas y dejaban
recuerdo para toda la temporada. La mejor prueba de lo mal que se
torea ahora es que todavía está en activo Curro Romero y le bastan
cuatro detalles de arte para cobrar más que ninguno y tener más
seguidores que las jóvenes figuras.
Sólo un triunfador
Se me ha ido el santo al cielo, pero la
verdad no tiene vuelta de hoja. El gran triunfador de San Isidro ha
sido un joven cojonero que no tiene el embrujo, ni el arte ni la
elegancia de una figura. Pero va a serlo simplemente con su afán de
arrimarse y unas maneras decorosas. La triste conclusión es que en
medio del desastre ganadero han salido toros con cualidades para que
hubieran salido por la Puerta Grande otros seis como José Tomás.
Desgraciadamente, como José Tomás, sin ser nada del otro jueves, no
hay más que uno para el relevo y refrescar los monótonos carteles
de feria. No hay más cera que la que arde. Y en semejante desierto
seguirá 'Pepito' Arroyo engañando a las gentes con serpentinas,
faroles, revoleras y navarras, pero sin torear a la verónica que es
lo difícil. Y los lameculos de la crítica dirán que el medio pase
de tirón es la esencia del toreo. ¡Unos santos!
Y todavía se quejan de que el público
de Madrid es duro. ¡Unos santos! Aguantar veintisiete tardes sin ver
casi nada y pagando una millonada por las entradas, no ha tenido más
que un enfado serio la tarde en que le tiraron almohadillas al
provocador de Emilio Muñoz, a 'Finito' y al chisgarabís de 'Pedrito
de Portugal', que se fue de rositas estando tan ineficaz como el par
de mamarrachos que lo acompañaban, pero no importa. Dentro de unos
días en cualquier feria de pueblo el desvergonzado del palabrero
Fernández os hablará de la 'pureza' trianera de Emilio Muñoz. Sin
fijarse en la cara de loco que pone cuando se le acerca el toro. Si
esto que han hecho en la feria de San Isidro lo hacen hace veinte
años, veríamos cómo salían de la plaza. Y no digamos si lo llegan
a hacer en Bilbao, Logroño o Calahorra. O en Albacete, donde la
última vez que estuvo 'El Cordobés' tuvo que ir a desnudarse a las
viñas de las afueras porque estaba la gente de uñas esperándolo a
la puerta del hotel. Y luego dicen que el público de Madrid es
intransigente. La verdad es que están deseando ver algo para dar una
oreja. Y se conforman con sacar en hombros a un triunfador. Un simple
torero que está empezando y al que ya quiere quitar de las ferias el
apoderado de 'Pepito' Arroyo. Porque el chaval viene arrimándose. Y
eso molesta a los que viven de tirar las tres cartas.
Luis Miguel y Franco
Sabido es que el difunto general tenía
difícil acceso y raras veces bromeaba con extraños. Muy pocos
toreros tuvieron ocasión de tratarlo como no fuera en el breve
saludo de la corrida de Beneficencia en el palco de honor de Las
Ventas. Hubo dos figuras que compartieron varias jornadas de caza.
Sobre todo Luis Miguel Dominguín, que entró en 'El Pardo' avalado
por su amistad con Carmencita, la marquesa de Villaverde. Y luego
supo ganarse la confianza de Franco. A propósito del último
artículo sobre la vida de Domingo Dominguín, cuando digo que a
Franco le hacía mucha gracia Dominguito a pesar de ser comunista, no
han faltado listillos queriendo enmendarme la plana alegando que me
equivoqué de hermano: Que el amigo de Franco era Luis Miguel, pero
no quería saber nada de Domingo. Para salir al paso de estos
listillos voy a contar una anécdota de Franco con Luis Miguel que
define la zorrería del gallego y los reflejos del torero. Franco le
echaba en cara a Luis Miguel ser un ventajista: - Tiene usted a un
hermano comunista por si un día vienen mal dadas para que no lo
fusilen por ser amigo mío... - Todo lo contrario, excelencia, si un
día volvieran las izquierdas yo sería en seguida amigo de los
ganadores para pedir que no metieran en la cárcel a mi hermano
Domingo que ya estaría conspirando desde la oposición...
ALFONSO NAVALON.
El toreo fundamental es todo, menos lo que monótonamente practican los que mandan en los despachos y no en los ruedos (frente al TORO encastado), que se caracteriza por la muerte de la suerte de varas (dado que los moribundos ya salen picados de chiqueros), por el "toreo" de muleta del medio pase, perfilero y aplicando los cánones del sinvergüenza pico Ponce, a nula distancia y encimando muchas veces a borregos que podrían ser fácilmente citados con algo de distancia, pero ello no forma del libreto aprendido para el toro precisamente escogido e impuesto
ResponderEliminar, por una suerte suprema que de suprema sólo tiene el nombre, ya que se caracteriza ejecuciones con arteros zablasos al capón, tapando la cara del semoviente y ahora pegando saltos circenses.
En cambio, cuando practica la lidia que el TORO encastado exige, pone de acuerdo a todos los que tenemos otro concepto de la tauromaquia de siempre, en la que todo ya está escrito, salvo que quieran vender tontos argumentos para disminuirla y legitimarla. Por ello, en la inefable feria de San Isidro 2018 de trentaitantas interminables tardes, nos quedamos con faenas como las de Octavio Chacón, Gómez del Pilar, Fernando Robleño, héroes que dotan de contenido ético la fiesta de los toros, concebida en plano de igualdad.
Saludos
POCHO
http://eldesjarretedeacho.blogspot.pe