Articulo Los martes de Navalón TRIBUNA DE SALAMANCA año 1995
Publicado en el chofre.com el 18 de enero del 2010
Un toro con caracter indpendiente.
En las ganaderías saben muy bien el pequeño alboroto que se forma un día de tentadero. Hay que hacer lo mismo de todos los días antes de las once de la mañana. Luego preparar la lumbre, limpiar el palco, arrastrillar la plaza y tener a punto el aperitivo de las doce (que siempre empieza a la una) con los torreznos de barbada y las tajadas de embutido frito para abrir boca con unas botellas de Rioja. Después siempre pasa lo mismo. Se nos había olvidado ir a buscar la yegua de picar, ponerle el peto y llevar unas botellas de agua fresca a los burladeros porque el vino no es bueno ni para torear ni para tomar notas.Al principio te hace ilusión invitar a gente y estás deseando que te llamen las peñas taurinas, o los bautizos, comuniones y despedidas de solteros de los amigos. Luego te cansas porque normalmente pasa eso de ni agradecido ni pagado y encima te dejan todo hecho un asco de papeles, botellas vacías y desperdicios. Y no sabéis lo que molesta ver en el campo todas estas cosas. Y el peligro que tiene un papel que se mueve con un golpe de aire y te puede tirar el caballo de un espanto. Así que poco a poco vas reduciendo los festejos y poniendo disculpas para evitar tantos incordio.
Tentaderos disfrutados
Sin
embargo nada comparable a recibir a los verdaderos amigos y tomarte
un día de fiesta para verlos felices disfrutando con el campo y las
becerras cuando salen buenas. Da gloria hacer los tentaderos con
gente que sabe estar, que no se mueven en los burladeros y guardan
silencio cuando se está probando la vaca en el caballo. Desde
antiguo he sentido debilidad por las gentes de La Rioja primero como
crítico, porque para ellos nunca he dejado de estar en activo y
aunque no firmes en los grandes periódicos te siguen llamando
para dar coloquios y siempre es bueno traer a casa unas perrillas
para pagar el pienso de los toros. Aunque a la hora de la verdad
siempre me chulean y pagan poco.
Cuando los amigos riojanos llegan al campo saben estar y además tienen la generosidad de llenarte la despensa de cajas de vino, espárragos, pimientos y demás lindezas de la tierra.
El último sábado llegaron los de Calahorra, con la grave responsabilidad de reseñar, en nombre de la empresa, la corrida de toros que vamos a lidiar en la feria allá por finales de agosto. En agosto los del Club Taurino ponen mi nombre en la calle principal en una pancarta enorme de balcón a balcón para anunciar los coloquios. Y luego me hacen de la familia. Todos los días comemos y cenamos juntos hasta que llega la madrugada y cuando surge algún trabajillo extra me dejan solo discretamente.
Así que llegaron el sábado, después de pasarse la víspera de copas en Ciudad Rodrigo y algunos ni tiempo tuvieron de dormir porque llegaron al hotel cuando ya tocaban las campanas de la catedral a misa primera. Y llegaron con todo puesto: las cajas de vino, las chuletas de lechazo, las costillas de asar, el choricillo picante y los latas de conservas y hasta dos cajas de dulces para desayunar a su salud medio mes. Por traer traían hasta las parrillas de asar. Total que no hice más gastos que una caja de gambas y el pan. Así da gloria.
El cronista café
Así que salió un día de sol y cielo limpio y estábamos tomando el aperitivo en mangas de camisa recordando al inolvidable Florencio Herce, aquel panadero que nos hacía morir de risa y era un fervoroso seguidor de Julio Robles, cuando el puñetero de su hijo le dio por nombrar a un crítico innombrable que tiene justificada fama de gafe y me hizo perder los estribos porque siempre que lo mientan pasa una desgracia. ¡Tonterías! Bueno ya veréis como hoy nos pasa algo malo. ¡Tonterías! Si tonterías: un año yendo a la feria de Santander, antes de llegar a Salamanca se le ocurrió nombrarlo a mi acompañante y antes de llegar a Palencia ya llevábamos dos pinchazos y un reventón. Y un día Diego Puerta lo llevó en el coche a Pamplona y el primer toro le cogió tres veces. Y si me pongo a contar no acabo. Todos sabéis quien es. Escribe en la revista "Aplausos", que dirige y anima mi admirado Salvador Pascual, uno de los hombres más cultos, educados, que además de una brillantísima pluma tiene una apuesta figura y refinados modales. No pongo el nombre del cronista gafe porque seguro que se escofia la máquina o se estropea el fax o se confunde Ricardo Fernández en los pies de fotos o en los ladillos. Olvidado el incidente hablamos de la feria de Valencia, del petardo que han dado los Jandillas, los Domecq y los Atanasios y cuando llegó la hora de abrirle la puerta a la primnera becerra ya habíamos largado de todo el toreo, incluidas tonterías que ha escrito Zabala.
¡Puerta vaca! Y salió la más rabiosamente mansa, berreona, revoltosa y buscando la pared como si realmente se tratara de una vaca de ]andilla. ¡Veis lo que pasa por nombrar al innombrable!. No se recuerda en esta ganadería una vaca más descastada, aunque a fuerza de ponerle la muleta en el hocico el torero riojano Pérez Vitoria le sacó cien pases trabajosos como en las faenas de feria de Valencia. Menos mal que acto seguido salió una tostadita alegre en el capote, bravísima en el caballo y repitiendo en la muleta por el pitón derecho con tanta largura que "El Victor" se la dejó a su compañero para quitarse el mal sabor de boca del gafe sevillano que escribe en "Aplausos".
Un toro solitario.
Y
cuando acabó el tentadero nos fuimos a comer y a beber y a fumar y a
charlar con la barriga al sol en el llano de la casa, hasta que
llegó la hora de ir a buscar al: "Buenacara" cuando ya
estaba la curiosidad al rojo por conocer a ese toro que ya es famoso
medio año antes de lidiarlo.
Casi todo los años sale en la
carnada un toro fugitivo, al que no hay forma de atropar con sus
hermanos de carnada. Uno se va porque es un golfo y se salta a
cubrir las vacas si no le pega el semental. Otros huyen porque
le hacen la guerra los demás.Y otros, como éste de Calahorra, es un
verdadero misterio. Porque no es pendón ni goloso, ni
alborotador y aunque los demás lo tienen sentenciado por ser el
gallito de la carnada, los pocos ratos que logramos retenerlo en el
cercado anda tranquilo y convive divinamente con sus hermanos.
Sobra
decir que es un toro guapo, bien plantado, con dos pitones bien
puestos, astifino y veleto. Y sobre todo da gloria verlo andar con
esa majestad, esa calma y ese poderío. Las pocas veces que se
encampana y te da la cara te entra un escalofrío y un respeto
misericordioso por el torero que toque ponerse delante. Es la
estrella de la camada y arrogante donde los haya.
Desde utrero
ya destacaba de todos los demás porque fue de los tempranos y tenía
una madre criadera con mucha leche. Así que cogió ventaja y cuando
llegaba algún profano se extrañaba que hubiera "un toro"
en la carnada de los utreros. Hasta que le enseñábamos el número
de la paletilla y se quedaban asombrados del "saque" que
llevaba.
Fue en octubre al apartar los toros nuevos de esta
temporada, cuando empezó a mostrar su carácter independiente y
solitario. Estaba tan encariñado con el cercado de los novillos
que no hubo forma de atroparlo en la cerca de los toros. Toáoslas
mañanas, cuando llegaban al pienso había desaparecido. Nosotros a
encerrarlo y él a escaparse todas las noches. Le pusimos tres
alambres de espino por encima de la pared. Imposible saltarse. Pero
todas las mañanas aparecía con los novillos. Y no es que fuera
saltarín. Porque los hemos tenido que brincan las paredes más altas
sin tirar una piedra. Este debe tener un ansia irrefrenable de
libertad porque le resuelve a la brava. Mete el pecho y tira los tres
hilos de alambre y un metro de pared. Así que dejamos por imposible
a ver si se desengañaba. Fue entonces cuando le cambiamos el
nombre.
Todos los años hay un toro especial que se gana un
bautizo distinto al que figura en la ficha. Le pusimos
"Buenacara" por lo bien armado que está. Otras veces le
llamamos "Caraguapa".
Al cabo de quince días y con
las paredes mejor reforzadas hicimos otro intento de atroparlo.
Entonces se tomó la revancha como si qusiera quitárnoslo de la
cabeza. Se escapó del cercado de los novillos y empezó a hacer
correrías por las fincas de los alrededores. Pero en el fondo era un
infeliz, porque todos los días aparecía mas o menos en los mismos
sitios y todos los días volvía sumiso sin el menor problema.
El terror de los caminos
Así
que ya sabíamos que por las mañanas había que echar media hora en
irlo a buscar. Comía el pienso con los demás y cuando llegábamos a
casa ya había desaparecido. Con los prismáticos le veíamos
hacer la fechoría diaria. Se saltaba de la cerca de los toros a la
de los utreros.
Allí bebía, tonteaba un poco con los novillos
y salía valle arriba hasta llegar al término de Alameda de Cardón
y allí escogía un sitio para pasar el día a su aire. A todo esto
los de Alameda se ponían por ahí arriba. Que si nos va a matar, que
si me ha comido el centeno, que si me cubre una vaca morucha y me
busca la ruina. Los de Alameda siempre han sido unos vecinos muy
alarmistas. Lo cierto es que el "Buenacara" no se metía
con nadie y sólo quería que lo dejaran en paz hacer su vida.
Pero
los de Alameda amenazaron con matarlo a tiros si volvían a verlo así
de sopetón cuando iban a buscar leña o a echarle a los marranos. Y
tenían razón, porque el toro impone respeto a cualquiera. Y
más por sorpresa.
Así que una mañana decidimos darle un
escarmiento para quitarle esa manía. Fuimos con los caballos, los
perros y el todo terreno. Y vino el Sr. Niño con la escopeta y
le arreó tres tiros con carga de sal gorda. El toro pegó unos
respingos furiosos y salió que perdía el culo arrasando todo lo que
pillaba por delante. No volvió de correrías fuera de "El
Berrocal" pero a los pocos días volvió a saltarse a la cerca
de los novillos y así sigue cada mañana.
Se mantiene del aire
Pero
"Buenacara" se sale de todas las reglas. Dejaba a los
becerros y a dos vacas tísicas que tengo arropándolos y
saltaba cuesta arriba una pared enorme. Ahora para llegar a los
novillos tenía que saltar tres cercas. Le daba lo mismo. Con esos
pechos que tiene ya ni se molesta en saltar. Arrolla todo lo que
se le pone por delante. Ahora cada día se esconde en un sitio y no
va al pienso para que no le veamos. El misterio es de que se
mantiene, porque en la cerca de los machos no hay más comida
que el ramón de la corta de las encinas y lo que le echamos en los
morriles. Y sin embargo no pierde el pelo. Pero no aumenta como
debiera.
Así que el día que llegaron los de Calahorra, locos
por conocer al "Buenacara" que ya es la figura de las
ferias de agosto y tiene más expectación que Joselito y Ponce
juntos, decidimos tomarlo con calma y no molestarlo hasta la crítica
hora. Al acabar el tentadero y la comida, cuando ya bajaba el sol,
salimos en comitiva. Parecíamos los furtivos de una cacería. El
grueso del grupo se quedó en la cerca de los becerros, detrás de
una portera por donde pasa el toro, para verlo más cerca sin
molestarlo. Y nosotros con el vídeo y las cámaras fuimos a
buscarlo. Estaba detrás de un zarcerón. No se le veía más que un
ojo y un pitón. Le cogimos la vuelta y lo íbamos arreando poco a
poco con mucha calma para que no se alborotara con las visitas. De
pronto desaparecía y los riojanos se quedaban desolados pero como ya
le sabíamos los escondites aparecía de nuevo entre el general
asombro. Otra carrerita y otra vez desaparecida. Hasta que llegó a
la cerca de los toros y entró como un relámpago buscando la de
los becerros. "Buenacara" era ya como un mozo de espadas
que al llegar a un sitio ya sabe el hotel donde le toca dormir.
Desbandada General
Lo
malo fue que el grueso de los visitantes habían cerrado la portera
de hierro por ese desconocimiento de la gente de asfalto «para
verlos mejor y más seguros». ¡No la tuvieron buena!. El toro, que
ya venía caliente al barruntar gente extraña, así que vio el
camino cortado arremetió contra la portera y se organizó una
desbandada de pánico, atropellándose unos a otros por
encontrar un sitio seguro. El toro llegó a echarle las babas
encima, pegó un respingo, milagrosamente respetó la portera,
volvió ancas, tiró otro metro de pared, rompió los alambres y se
volvió tan campante al cercado de los novillos.
Los de
Calahorra ya saben el miedo que puede dar ponerse delante del
"Buenacara". Si algunos hubieran tenido valor de hacerle
una foto a esa distancia, sería el mejor cartel de la feria. Pero
con el espanto del miedo hubo que andar luego buscando las máquinas
porque ni Dios sabía donde las habían perdido.
Imagino lo que
habrán ido contando después de tantas emociones. Era ya de noche
cerrada y ninguno tenía prisa. Había una hermosa lumbre en la
chimenea. Y una botella de aguardiente de las que me manda Paco
Entrena del Bierzo iba desollando las gargantas y allí
seguíamos mientras se le iba el susto del cuerpo.
Se fueron
cuando empezó a salir la luna. El hechizo bravío de un día de
campo y la botella de aguardiente no los dejaba marchar. Tenéis
que venir en primavera con las mujeres y los niños. Pero ese
día no habrá más sustos del "Buenacara".
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