Juan Antonio Hernández. El Chofre
Como todo el mundo sabe mis vacaciones siempre giran en torno
a mis padres, mientras vivan no hay más sitios donde ir y son las mejores del
mundo, eso no implica que no me lo pase de maravilla cuando me desplazo para
visitar a los amigos.
Como verán este articulo puede que salga largo, pues
concentrar en poco espacio lo vivido va a resultar imposible, pero creo que
será jugoso y sobre todo encontrarán sentimientos y emociones y en algún
momento hasta notarán como se me ponen los “pelillos
de aquella manera” como diría mi amigo Pedro.
Bueno como decía antes, lo primero nada más llegar a Lumbrales
es dar unos grande achuchones a mis padres acompañados de todos los besos del
mundo, seguramente solo podré devolverles un poquito respecto a todo lo que
ellos me han dado, especialmente el sudor que en su larga vida han derrochado por
nosotros, con momentos muy difíciles, dos grandes como padres que han sabido
darle duro a la vida como nadie. Mi madre una luchadora capaz de “sacar” a cinco adelante, más otros tres que
quedaron por el camino, aparte de cuidar de sus padres e incluso trabajar en un
bar, no conozco a nadie con ese carácter tan peculiar, ni con un corazón tan grande como el suyo, con
esa capacidad de amor y perdón, como nadie insisto. ¡Qué decir de mi padre!
siempre la casa en manos de su compañera y él a luchar en los duros trabajos,
fuera el que fuera, donde estaba la peseta; barrenero, albañil, etc…, como
cuando tuvo que trabajar colgado de una soga en el salto de Aldeadávila a
trescientos metros de altura, todo menos acomodarse poniendo en apuros los
garbanzos de la familia. ¿Cómo ahora voy
a ir yo a ponerme panza arriba al sol
y no disfrutar de nuestra común compañía?
Con estas premisas y dicho lo anterior, empiezo a organizar
esos ratos que me quedan para poder ir a ver ganaderías, amigos y disfrutar de
la fiestas. Tengo que decir que estas, las de Lumbrales hace años que ya no son
lo que eran, no hay la alegría de antaño en las peñas, los novillos son
desechos de tientas que “le cuelan” al ayuntamiento, eso sí, aparte de los
encierros, suelo disfrutar de la novillada sin picadores con los chavales de la
escuela taurina de Salamanca, este año he descubierto a Manuel Diosleguarde, me
ha gustado. Fotos y más fotos en cualquier situación como queriendo guardarlos
para revivir todos esos momentos y desde luego casi siempre lo consigo, también
queda tiempo para revivir, unas tras otras, las esquinas y las calles de mi infancia,
es un ejercicio que las más de las veces te da muchas alegrías pero también alguna
que otra tristeza. Por todo ello hay grandes momentos de charla con mis padres
recordando cosas y aclarándome nombres y situaciones, si, si ya sé que esto
acurre cada vez que me acerco a mis orígenes pero evidentemente es lo que más
me reconforta y lo que siempre me ha cargado las pilas.
Luego rutas por otros lugares, Fuentes de Oñoro para hacerle
una visita al maestro Alfonso Navalón, Siega Verde, un paseo por la orilla del
Águeda, siempre es reconfortante La Alberca, Peña de Francia, las Batuecas,
Ciudad Rodrigo, los saltos y pueblos de Saucelle, Aldeadávila en fin todos los
pueblos de la zona, siempre encuentras algo nuevo.
Me llega una invitación especial para asistir a la
presentación de la segunda edición del libro escrito por el amigo Paco
Cañamero, Trasbordo en Medina, una novela que aconsejo leer. Me encamino a
fuentes de San Esteban para no fallar al reclamo del amigo. Otro gran momento
viendo como este, es profeta en su tierra con lo difícil que es. Echamos un
rato muy agradable Mariaje y yo.
Este año además he ido a Mérida, parece que está ahí mismo
pero ¡coño! cuesta llegar, pero merece mucho la pena por ver a los amigos de la
ciudad romana. Este año hemos pasado momentos irrepetibles. Pedro, Domingo Jesús,
Paco y todos aquellos que te vas encontrando por la ruta y que me presentan,
como es normal buena gente también. A Mérida tuve que ir en un día completo,
con lo cual hay que dejar un poco abandonados a los padres, pero me lo permiten
y con gusto, pero siempre te queda un sentimiento de agobio, eso sí se compensa
con la felicidad de dar buenos abrazos, por cierto las gafas protegidas, vinieron
de vuelta tal como fueron, no es cuestión de comprar todos los días unas.
Los días se completan con visitas a ver las camadas de
distintas ganaderías es un lujazo impresionante ver a los toros en el campo, pocas
cosas son tan gratificantes y relajantes, porque además siempre te encuentras
con sorpresas de todo tipo de fauna ¡qué pena que nuestro ecosistema de dehesas
esté en peligro de extinción por culpa de los que se están cargando la Fiesta!.
Bueno no tengo mucho más que contar porque entre otras cosas
se me hace muy difícil expresar vivencias como el saludar a un caballo, ver
pasar por la puerta los rebaños de ovejas con sus corderitos recién paridos,
incluso al pastor con un par de ellos debajo de los brazos porque no pueden
todavía caminar hasta los corrales desde el campo; también encontrarte con
primos y amigos, como esa pareja Paco e Isabelita, que siempre están dispuestos
para parlotear un rato, o como el amigo Manoli, un gran aficionado, ganadero y
sobre todo persona…, luego por las noches en una buena terraza, mirando ese
cielo estrellado que solo se puede disfrutar en estas tierras charras, esos
cafetitos y chupitos de hiervas hasta las …
En fin ya ven que uno no lo paso mal de vacaciones, eso sí, de
otro tipo, de la forma que me aportan vida, que me emocionan, y sobre todo que
no tengo la sensación de perder el tiempo, mis vacaciones son de emociones, de
alegría, y de mucho, mucho, cariño, las mejores vacaciones
¡¡¡Ufff!, maestro, amigo, muy fuerte y a la vez sencillo...gracias por transmitirnos esas guapas "vivencias vacacionales"...un fuerte abrazo
ResponderEliminarPedro
Enhorabuena Toni, sin duda las mejores vacaciones al lado de tus padres, amigos y familiares volviendo, volviendo a los orígenes.
ResponderEliminarRecibe mis saludos y los de Citlalli.