miércoles, 5 de septiembre de 2018

Segunda de Feria del Arroz. Calasparra. Valdellán. El dulce embeleso de la casta.





Por Gloria Cantero Martinez 
 Valdellán. El dulce embeleso de la casta.
De nuevo aquí. 

Calasparra y su feria de novilladas es cita inexcusable para afligidos aficionados con un largo, demasiado largo, peregrinaje por senderos yermos, estériles de emociones patrocinadas por todo lo que implica un toro en el ruedo.
Más aún en esta tierra mía cuya apuesta capitalina (véase carteles de Murcia) nada ofrece más que la iracunda huida envuelta en figuritas de papel cuché y borreguitos ad hoc. Y el circo, señores, con carpa y luces de neón que las plazas yo las quiero con toreros dispuestos y animales con aspecto y proceder de Toro.

Calasparra es una bocanada de oxígeno renovado en nuestras contaminadas arterias por el pesado tufo del sistema taurino. Curiosamente el agente más antitaurino que podamos imaginar en esta actual "tauromaquia" tan moderna ella como vacía de autenticidad y legitimidad.

De nuevo aquí. Valdellán era uno de los carteles elegidos y por los dioses que acertamos.

Seis novillos bien presentados, llegando a ser tres de ellos verdaderos toros de plaza prestigiosa. Seis novillos de interesante comportamiento resaltando muy gratamente primero y tercero, este último premiado con una vuelta al ruedo justa a mi entender, como equitativo pago al buen juego que dió en los tres tercios de la lidia.


¡Qué alegría ver ese novillazo ( N. 7. "Montañés") tomar dos puyazos, arrancándose con prontitud, metiendo riñones en la segunda vara y reivindicando el tan ansiado tercio de varas!
Adrien Salenc lo quiso y Juan José Esquivel- picador, qué bueno eres- ejecutó a ley la suerte. 
Con el sexto, otro toro que ofreció muchas oportunidades para el triunfo y al que el francés cortó dos orejas a base de desplegar todo el manual del destoreo más populista y chabacano, aún matando bien, no dió la dimensión precisa del toreo que la casta solicita y abusó de las cercanías, la lejanía en la colocación, la falta absoluta de temple.
Conectó muy bien con el público y salió por la puerta grande. Un regalo, sin duda patrocinado por los novillos de su lote. 

Los otros dos novilleros acartelados pasaron por La Caverina muy de puntillas.

Más pena que gloria para Manuel Rodríguez al que agradecemos su voluntad pero bien debieran advertirle sus más cercanos desde el cariño que en el oficio de ser torero no basta solo el querer, también hay que saber y ahí residen las muchas dificultades. 
Y no pasa nada. No todos podemos conseguir lo que ansiamos y él tiene a su favor la juventud.
Verle frente a ese extraordinario primer novillo era romper en llanto desesperado por la total inutilidad. 

No se puede desperdiciar un toro encastado, repetidor incansable en sus embestidas nobles y enérgicas como soltero en una fiesta de capea y alcohol.
No puede alguien que quiere ser, delante de un novillo que pide papeles, liarse a dar mantazos al viento como alma que lleva el diablo o como pollo sin cabeza.
Simplemente, no puede ser. O no debiera serlo.

Y Pablo Atienza, el más desafortunado en el sorteo, no acabó de acoplarse a sus oponentes. Sobre todo en su segunda comparecencia.
Buen gusto no le puedo negar pero su toreo resulta anodino, insípido, carente de estructura. Las dos faenas que le vimos fueron un calco y ésto te lleva como espectador a desconectar en la segunda tanda. Muy mal a espadas, lamentable.


Hasta aquí la segunda de Feria y aún con el regusto dulce en la memoria les emplazo hasta la próxima que si nada lo remedia será el próximo jueves con los de Prieto de La Cal y lo contaremos aquí en El Chofre página web de aficionados.

Ficha del festejo.

Segunda de Feria del Arroz de Calasparra (Murcia).
Novillos de Valdellàn, interesantes en conjunto. Destacaron primero y tercero, este último premiado con vuelta al ruedo.

Media plaza en tarde calurosa con nubes.

Manuel Rodríguez: palmas afectuosas y pitos.

Pablo Atienza: silencio y pitos.

Adrien Salenc: oreja y dos orejas.



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